Kafka y García Lorca

La reflexión me vino tras una plática con dos amigos, José Luis y Antonio, ambos amantes del teatro, el uno por autor teatral y el otro por actor y animador sociocultural. Tuvo lugar esa conversación sentados en un bar ante la Casa Museo de García Lorca en Fuentevaqueros (La Fuente, llaman al pueblo sus vecinos). Hablábamos de La Casa de Bernarda Alba y surgió el tema de la religión, alegando ambos amigos que ésta era el origen del conflicto lorquiano. Les contradije, más de una forma intuitiva, improvisada que verdaderamente madura. Alegué que el origen era el chismorreo y que la religión nacía al servicio de aquel y no ésta al servicio del primero. Estoy convencido, y lo denuncié en mi primera novela publicada, Bajo la encina, de que el humano, más que un ser racional es un ser atávico. O cuanto menos, mucho más atávico que racional. Posteriormente releí un artículo de Milan Kundera sobre Kafka, y digo releí porque apareció en Quimera nº 344 de este mes de julio del 2012, número recopilatorio compuesto a base de algunos artículos aparecidos en el primer año y medio de existencia de la revista, en los inicios de la década de los 80. Ese artículo releído me abrió los ojos, quizá porque las lecturas nos aguardan agazapadas para el momento en que estamos maduros para ellas.

Milan Kundera

Kundera decía de Kafka que sus personajes se enfrentan a las acusaciones sin que, aparentemente, haya motivo para el encausamiento (El proceso, El castillo, etc.), pero precisamente por ello, el personaje acaba buscando en sí mismo cuál es el motivo para tal inculpación, qué es lo que él habrá hecho mal, hurgando en el pasado en un examen que llega hasta el de conciencia pues ahí también entra lo pensado y no sólo lo hecho. El escritor checo cuenta dos anécdotas para ilustrar este extremo, una sacada del El castillo, la novela kafkiana, y otra real sucedida en Praga. La primera narra cómo una muchacha, conocida del protagonista K, el agrimensor, recibe del castillo una carta obscena; indignada, la rompe, pero sus vecinos se enteran de que ha recibido una misiva de lo alto y quieren saber qué decía; si informados, se preguntan con qué derecho ella rompe tal papel procedente de tan alta instancia, si no informados quieren saber qué ha pasado; empiezan a desconfiar de ella y de su familia y acaban marginándolos. La segunda explica de un ingeniero praguense que asistió a un congreso en Londres; regresado a su ciudad, abre el periódico y lee que un ingeniero checo ha ido a un congreso en Londres, ha difamado a su gobierno y se ha quedado en Inglaterra, desertando a Occidente; sorprendido, pues no había otro ingeniero checo en tal congreso, acude al periódico para solicitar que se publique un desmentido; en el periódico se le asegura que la noticia llegó del Ministerio del Interior y que no pueden hacer tal cosa; va entonces al Ministerio, donde le dicen que la noticia llegó de los servicios secretos en Londres y que no pueden desmentir porque sería desprestigiar; el hombre insiste en que está allí y que espera no recibir represalias pues ha demostrado ser un fiel ciudadano; a pesar de las garantías empieza a sentirse seguido por la calle, vigilado en su trabajo, intervenido su teléfono, por todo lo cual acaba escapándose a Occidente.

Franz Kafka

En ambos casos hay una religión, sí, pero no la religión que entendemos por aquella que tiene un Dios, unas leyes, unos sacerdotes y un consuelo de este mundo con la esperanza de un más allá o recompensa final. La religión es la del poder, y no sólo la del poder más alto sino la del poder pequeñito, aquel que ejercen los impotentes que, tomados en masa y conocedores de su pertenencia al grupo, exigen a cuantos están en el rebaño que no se alejen de él, que acepten cuanto éste (mucho más que el poder de lo alto) dictamina. Todas las dictaduras, incluidas las del proletariado, han utilizado a los delatores. El delator espera beneficios, aunque éstos sólo consistan en la sonrisa de lo alto y, sobre todo, la consideración de cuantos lo rodean, tan impotentes como él, de su poder y de su capacidad para dilucidar lo que está dentro y lo que está fuera. Ni más ni menos eso sucede en los pueblos, y aun en ciertos barrios de las ciudades, donde todo el mundo se conoce. En los pueblos no es necesario que un infundio se propague y sea cierto, ni siquiera que tenga visos de realidad, basta que se propague, que entretenga. Nadie, en ningún momento, hará una autocrítica y propagará, a su vez, “nos equivocamos”. Todo quedará igual y el difamado, aunque se haya demostrado la falsedad de la acusación, arrastrará su “falta” toda la vida, y aun acabará pensando que algo de razón tenían los demás. Kafkiano.

Elenco de la Casa de Bernarda Alba

El pánico de Bernarda es a las miradas ajenas. El problema no es que se meta un macho en la casa y “deshonre” a sus hijas, el problema es que se sepa. Y ella sabe que tiene el mal dentro de la casa con la imprescindible Poncia o las otras criadas, que inevitablemente llevarán y traerán lo que dentro y fuera ocurra. El problema de Bernarda no es que Adela se ahorque sino que se sepa, de ahí el terrible grito, propio de Sófocles, de “¡Ella ha muerto virgen!” o la alerta de la criada en ese final espeluznante de “¡Se han levantado los vecinos!”, que es como llamar alarma porque viene el enemigo. Lorca entendía perfectamente lo que ocurre en los pueblos, pero no los actuales habitantes de las ciudades donde nadie conoce a nadie, con todo lo bueno y lo malo que tal cosa puede tener. Por eso en la representación de La Casa de Bernarda Alba que vi en Madrid en el año 85, la gente se reía: no comprendían. Por eso muchos afirman ingenuamente que la vida en los pueblos es más humana: cierto, suponiendo que el ser humano devenga puro y bueno, suponiendo que el paraíso se nos caiga encima como a Adán y Eva se les cayó encima la realidad tras comer la dichosa manzanita.

La religión ahí no es más que la sal que adoba el guiso. Es la justificación, el aval que defiende la necesidad de meterse en las vidas de los demás, de criticarlos porque criticar es malo, pero si se critica para denunciar que el criticado se ha salido del rebaño, es justo y necesario. Si no hubiese religión habría que inventarla, pero el chismorreo es previo. En algunos países marxistas ha ocurrido lo mismo porque el marxismo es también, cuando ocupa el poder y a menudo cuando no lo ocupa también, una religión, con su Dios: la Historia, con sus sacerdotes: el aparato del partido, con sus herejes: los disidentes, con su Inquisición. Es el más puro atavismo. También ocurría eso en la Alemania hitleriana o en la España franquista (¿se nos ha olvidado?, el franquismo consistía en eso, y el franquismo no era de derechas, sino simplemente una dictadura participada por un buen número de gentes sin poder alguno pero que encontraban su poder en el chismorreo: fulanito no va a misa, menganito tiene un pariente en el extranjero que le escribe, zutanito fue esto o lo otro durante la República, zurungano habla mal del Régimen), donde incluso se decía que un hijo debía denunciar a sus padres si veía en ellos la más remota duda.

¿Por qué se suicida Adela? Que el amor y el deseo no es malo lo sabe cualquiera, ¿y sabéis por qué?, porque por mucha represión que haya habido, han continuado existiendo los hijos “naturales” (todos los hijos son naturales), o sea de madre soltera, los enamoramientos salvajes y por encima de toda convención, los calentones que han inundado de esmegma o lefa sábanas, prendas interiores o tazas de váter. Como comer o beber, inevitable. Como dormir o soñar, irreprimible. Adela sabe que no hace nada malo, si no es quitarle el novio a su hermana, aunque al mismo tiempo sabe que ella le ofrece juventud y lozanía mientras la otra, mucho mayor, sólo puede ofrecerle arrugas y frialdad. Ella lo merece más. Y es el único hombre (que por cierto no aparece en la obra si no es por alusiones, como todo el mundo sabe, hallazgo trágico inconmensurable). ¿Por qué se suicida pues?, porque busca en sí misma el motivo de la acusación, porque si la acusan, alguna causa ha de haber, porque rebusca y acaba sabiendo, kafkianamente, que la acusación es en sí misma la falta, y ésta no está en los acusadores sino en la acusada. ¿Religión? Ella no ha pecado, y menos contra una religión que repite hipócritamente que es la religión del amor. Porque las consecuencias de lo que ha hecho serán tan nefastas que estará mil veces mejor muerta, ella y su hijo si es que éste llegase. Como la familia de la chica en El castillo o como el ingeniero praguense que acabó cometiendo el pecado del que se le acusaba antes de cometerlo, e impulsado por la misma acusación. Lorca denunció el pecado nacional. Unamuno asegura que los pecados nacionales son la envidia, la ignorancia y la soberbia, pero como en el catolicismo, donde todos se resumen en dos, aquí los tres se resumen en uno: el chismorreo, el atavismo de reproducir esquemas antiquísimos, tan antiguos como las mismas comunidades, la tendencia centrípeta, la hedionda intimidad de las casas cerradas y los dormitorios calientes de noche y fríos de día, la repugnante hedentina de las ropas interiores ocultas bajo miles de refajos y que en ningún caso, ni limpias ni sucias, deben ser vistas por ojos extraños.

Acerca de elarboldearnas

Escritor y, sobre todo, novelista.
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21 respuestas a Kafka y García Lorca

  1. Vicky Pino dijo:

    Creo que tienes algo de razón al decir que lo que sale en las obras de Lorca y sobre todo en la Casa es más chismorreo que religión, claro que una cosa esta ligada a la otra; no las deja ni salir a la puerta de la calle por «el que dirán». Según los mandamientos de la inefable santa madre Iglesia Católica, apostólica y romana, «honraras a tu padre y madre», vestirás riguroso luto y no osarás divertirte saliendo «por ahí» Así que la «mujer honrada y honrrando la muerte de sus progenitor», la pierna quebrada y a pudrirse en casa. Imaginaos que tras el entierro, la gente las hubiera visto bailando en la fiesta del pueblo y morreánodse con el novio. «Fíjate la muy guarra! Sólo hace dos días que se murió su padre!»
    Ah, siempre nos quedará París!

    • No, no y no. En Afghanistan no existen los mandamientos de la Sacrosanta y mira. En Cuba se reprimió la homosexualidad, y no sólo por el poder sino por los vecinos. La religión no es más que el apoyo ideológico, como matar judíos e inventarse la raza aria. Lo importante es matar, lo demás es accesorio. Poncia llega a la casa con el chismorreo de una mujer que ha sido vista con hombres en el monte (se la llevan montada a un caballo) y con los pechos al aire. No se la censura porque haya pecado sino por ponerse en boca de la gente. Los de ciudad, aunque hayas vivido en un pueblo en Irlanda, no podéis entenderlo. En Irlanda, como yo en Guadix, eras una extranjera y podías hacer lo que te diera la gana. Se te criticaría pero siempre serías vista como alguien ajeno a la comunidad. Yo viví eso en Guadix. Y también en Loja. Me temo que no se puede entender desde fuera.

  2. Vicky Pino dijo:

    Si hay algo que envidio de los franceses es eso; revolución y separación de Iglesia y Estado y en las escuelas francesas no entra un signo religioso ni de coña. Flataría más; para eso hicieron una revolución! Y eso de que Dios aprieta, pero no ahoga, ay, si yo te contara. ¡cuando aprieta, aprieta pero bien como decía una a la cual le habían pasado calamidades mil. Au revoir!

  3. esther dijo:

    Es muy difícil delimitar tradición y religión, con lo cual, es igualmente difícil localizar exactamente el origen del conflicto en Lorca. Posiblemente la tradición se sirva de la religión y viceversa para legitimar ciertas practicas arraigadas en sociedades rurales más o menos arcaicas. Más allá de esta pugna, lo verdaderamente interesante de La Casa de Bernarda Alba, al menos para mí, junto con las otras dos obras teatrales, Yerma y Bodas de Sangre, que conforman la trilogía de tragedias rurales, no es tanto el papel que juega la religión en la sociedad rural, sino más bien el papel de la mujer en una sociedad arcaica, de formas de pensar patriarcales en la que a la mujer no solamente se la reprime, sino que es considerada propiedad del hombre. A un hombre que no tenga en cinto a sus mujeres no se le respeta. En estas sociedades impera un entendimiento colectivo de lo que deben hacer la mujeres o no, de lo que les está permitido o no, en suma de lo que se considera un comportamiento deshonroso. Este entendimiento tácito ordena y regula la convivencia. Una mujer que rompa con las normas tradicionales daña la honorabilidad de toda la familia, es por ello que la honra, elemento fundamental de estas sociedades, hay que defenderla cueste lo que cueste. La ausencia de patriarca en una casa repleta de mujeres por casar, sin varones, es una desgracia; no hay macho que esté ahí para defender la honra de la familia, el patriarca, se ha muerto sin haber colocado a sus hijas a buen resguardo, es decir sin casarlas, de ahí, que la solución para Bernarda sea convertir la casa en una cárcel, porque sus hijas son carne para el lobo y fuente de habladurías. Yo el conflicto lo veo en una madre deshumanizada, que obra bien de cara a la sociedad, pero que al mismo tiempo obra mal de cara a su familia. Intenta evitar por todos los medios la deshonra enterrando a sus hijas y hasta a su propia madre prácticamente en vida, anteponiendo las convenciones sociales a los deseos y necesidades individuales de sus hijas, cueste, lo que cueste. El precio: el suicidio de Adela. Pero “¡Ella ha muerto virgen!”. De todas maneras lo chocante es que probablemente, aunque Bernarda hubiera actuado humanamente, la situación habría acabado en tragedia, porque ese tipo de sociedades no perdona. No olvidemos que este tipo de dramas sociales se siguen dando hoy en nuestras sociedades “modernas”; según datos de las Naciones Unidas, en el mundo se matan al año aproximadamente 5000 chicas y mujeres en nombre de la honra, sin contar el número de suicidios por conflictos familiares causados por preservar la honra. Este tipo crímenes o suicidios no se dan por motivos religiosos, sino sociales.  Yo creo que Lorca supo reflejar este fenómeno magistralmente. Un artículo estupendo!  

    • Completamente de acuerdo contigo, Esther. Como siempre, tus comentarios son de gran agudeza. En efecto, el TEMA, así, con manyúsculas, se lo lleva en Lorca el papel de la mujer. Ahí viene la cosa. Hay un librito del yerno de Marx, Paul Lafargue, que se llama El mito de Prometeo, donde el hombre pone los puntos sobre las íes al origen del patriarcado y el miedo a la mujer como origen de muchas cosas, entre otras la religión como sistema y el monoteísmo. Al hablar de religión como sistema me refiero a la segura improvisación a la que sometían el pensamiento religioso los humanos antiguos, según iban descubriendo enigmas, y no a la creación de la religión como sistema cerrado como lo son el cristianismo o el Islam, aunque el judaísmo también lo es en cierta forma, pero como pocas veces en la historia ha tenido poder verdadero (Estado), al menos en las épocas de veras históricas, no ha podido ejercer la represión sobre sus herejes y sobre aquellos a los que se les va la olla de nuevo con la improvisción, de lo contrario, todos los cabalistas habrían sido lapidados. El problema lo tienen aquellos que creen a pies juntillas que cuando ya no haya esto o aquello, o bien cuando al fin haya esto o aquello, todo se solucionará, o cuanto menos mejorará: eso pasa con la religión, con los antireligiosos, con el nacionalismo, con los revolucionarios de todo el siglo XIX y el XX, etc. El ser humano es grande y pequeño a la vez, y creer que esto o aquello eliminará lo pequeño en él es puro milenarismo, error, ilusión (y no olvidemos que la ilusión la tienen los ilusos, y más en este caso). El mismo pueblo que dio a un Danilo Kis, fue capaz de intentar una limpieza étnica con los bosnios. Es evidente que la religión copia de la tradición y también la crea. Lo que yo me refiero es que la religión, en el caso de la intrusión pueblerina en la intimidad de las personas, el juicio continuo sobre los demás que se ejerce en los pueblos, usa como excusa a la religión, pero sólo como excusa, no como origen. Y lucho contra eso por estar en completo desacuerdo con ese milenarismo del que te hablaba antes, del que os hablaba antes porque confío en que estos comentarios sean leídos por más personas que la directamente respondida, tal vez porque en estos comentarios esté verdaderamente el pensamiento y la dialéctica más que en el artículo mismo. Lucho contra ese pensamiento políticamente correcto que hace creer a la gente que una vez superada la religión (y la religión no es más que un ejemplo) todo iría mucho mejor o completamente bien (esto último es aún más estúpido). Si consiguiéramos superar los nacionalismos y las pertenencias, cosa que no sucederá, por desgracia, habría otro asunto que malograría al ser humano. Mi pesimismo es antológico, lo sé, pero a/ soy así, b/ me temo que tengo más razón de la deseable.

  4. Celia Correa Góngora dijo:

    Por suerte, el momento que ahora vivimos se parece muy poco al vivido por Kafka o al que intenta reflejar García Lorca en sus dramas rurales. Yo, en cuanto al tema del chismorreo que es sobre lo que realmente trata tu magnífico artículo, estoy con Alejandro Dolina cuando afirma en su «Vindicación del chisme» que nuestras vidas están llenas de chismes, pero en la mayoría de los casos, tales murmuraciones no nos hacen odiar a los personajes objetos del chimorreo, más bien al contrario, nos acercan a ellos y nos hacen percibir su humana dimensión.

    Cuando quieras, querido y admirado, Miguel, nos tomamos una cerveza. Salud, amigo. Buen Verano.
    Celia

    • Celia, por desgracia el chismorreo sigue existiendo, con consecuencias, ya no de odio, es cierto, pero sí dañinas, y no hay más que acercarse a las poblaciones cercanas a Granada sin vivir en ellas, como tú y yo, en plan ciudad dormitorio. He vivido 9 años en Guadix. Estoy muy ligado familiarmente a Loja. He dado clases 20 años en Santa Fe. Lo que he visto me lo confirma. Se va pediendo en algunos aspectos, e incluso en las ciudades y en los pueblos donde ya no se puede despellejar a una chica porque ayer llegó a su casa un cuarto de hora después de anochecido, ese chismorreo contra el vecindario se ha sustituido por las revistas del corazón y los programas televisivos «corazoniles», y esto también hace daño socialmente, aunque no genere odio. Nos hace creer que lo más importante de la vida es ser conocido, salir en los medios aunque sea para mal, como hizo aquel griego que quemó Atenas para ser famoso. El chismorreo, por desgracia de nuevo, no acerca a la dimensión humana del otro en la inmensa mayoría de los casos; sí habrá alguien que piense en el «otro» como ser humano, pero en general no es así: se le despelleja porque es una víctima propiciatoria, porque sobre esa persona descargo mi frustración, mi envidia, porque salirse del rebaño es locura, porque lo que pregono, aunque sea mentira, me hace sentir con poder. En fin, un beso.

  5. Nicolás V. Sánchez López dijo:

    Qué se puede entender por religión. Nicolás V. Sánchez López.

    Estamos de acuerdo con que el humano es atávico y uno de los más antiguos e inevitables
    atavismos es el sentimiento- creencia religiosa. Pero esa estructura no es unívoca y se mantiene al mismo tiempo que se adapta proteicamente.
    Intentar definir la religión a estas alturas tal vez es, además de superfluo, pretencioso. No
    obstante, siempre es interesante hacer alguna incursión en esa camaleónica facilidad de la
    religión y no es ocioso preguntarse, una vez más, para qué quiere el ser humano esto. Ya el
    propio nombre hace referencia a ligadura, atadura, algo que no deja ser libre pero se mantienecon la esperanza de estar haciendo lo correcto para no enfadar a los poderes superiores, sean los que sean. Es un sentimiento equivalente a no derramar sal o mantener en casa una herradura (ya cada vez es más difícil encontrarse una). Aunque tampoco se trata sólo de eso, se mantiene además porque dentro del individuo algo le dice que eso es lo que debe hacer para sentirse tranquilo consigo mismo y optar a la zanahoria en vez del palo… o ni siquiera eso.
    Intentar deslindar tradición y religión viene a ser como la eterna cuestión del huevo o la gallina. El basamento es totalmente irracional, se impone como necesario sin axioma ni demostración ninguna. Si se intenta profundizar, a poco que se ahonde, se ve que todas las religiones “venden humo”, (como dijo cierto cardenal) y están siempre buscando dominar; los que manejan las religiones se sienten poderosos porque los demás son compelidos a hacer lo queellos dictaminan. Se le puso enfrente el otro poder fáctico, la fuerza; el palacio frente al templo, pero pronto vieron más productivo retribuirse mutuamente en un toma y daca. Por eso,
    verbigracia, ninguna excomunión fue durable en las desamortizaciones.
    Ninguna religión es lo que fue en su comienzo, es una ley sociológica que las instituciones
    acaban invirtiendo una abultada proporción de su capital humano y económico en perpetuarse, con evidente menoscabo de sus auténticos fundamentos, los que se supone le suministran su razón de ser.
    A posteriori, se hace preciso aplicar un andamiaje de reglas lógicas para mantener el
    edificio irracional- ideológico sobre ese esqueleto de humo fantasioso, dándole apariencia de
    solidez. Igualmente, es imprescindible la coacción para que no disminuya la clientela y acudir a
    la delación y a la crítica para con los díscolos. Lo de menos es convencer de la bondad y
    racionalidad de sus basamentos. No importa, la gente cree de todas formas, lo necesita. Hoy,
    igual que hace siglos, se sigue, de u modo u otro, con las donaciones “pro anima”; se busca
    tranquilidad, convencerse de que la difusa culpabilidad interiorizada es condonada, que se
    puede actuar para evitarla.
    Por otra parte, no en todas las religiones se espera un premio, una vida mejor personal y/o
    colectivamente. Hay religiones sin “otra vida.
    Llegados aquí, queremos considerar que las estructuras religiosas no tienen que ser
    necesariamente algo directamente relacionado con los dioses. Es así con cualquier aserto,
    sobre la materia que sea, que se da por sentado sin discusión, sin base racional y para actuar en consecuencia, que mantiene el poder de unos pocos y realiza insistentes controles, (En el caso de la católica, especialmente a la cartera y a la bragueta), participa de estas características religiosas. (La vida militar, sin ir más lejos, está llena de dogmas que no se pueden poner en tela de juicio).
    Pero aparte de las religiones “sensu strictu” hay muchos ismos participando de estas
    características: el socialismo utópico en un sentido y el llamado socialismo científico también, al
    igual que muchas otras doctrinas políticas más o menos “social-loquesea”.
    Pero ¿y el capitalismo? Podría decirse que no, que es la anti-religión porque se basa en
    algo muy contante y sonante, pero aquí entraría otra acepción de las religiones, la objetiva, la
    que se impone desde afuera, la inquisitorial de varios nombres, la estructura de poder que
    mantienen unos pocos para su exclusivo beneficio en detrimento de todos los demás, sin
    ninguna base ética ni sustentación lógica. Los más avispados y/o más brutos se hicieron con el
    dominio de la fuerza coactiva que los alzó y mantiene en el poder y el disfrute de la riqueza.
    Luego se hizo la justificación y legitimación de eso mediante razonamientos (tú me pagas y yo te protejo) y, cuando se abusa, viene la apoyatura de los dogmas: hay una instancia divina que, no sólo permite esto, sino que lo hace legítimo, inevitable y cuya infracción acarrea la desgracia en este mundo y el “otro”. Al tiempo de redactar esto, me he enterado de un nuevo dogma rabínico: el excesivo esmero en la educación de la mujer es dañino para la patria, (2 de agosto de 2012).
    Aunque nunca cesaron los miedos y atavismos, apareció la disidencia pese a la coerción y
    muchos dijeron creer en el dios pero no en los profesionales del dios. Bueno todos sabemos
    que afortunadamente ya no pueden quemar a nadie, pero no por su gusto sino porque no
    pueden ante el avance de la filosofía y el derecho laicos frente a su descrédito moral y su
    rapacidad. Claro que, al llegar este momento en que los ardides no fueron suficientes y la
    gente empezó a pasárselos por el arco de Elvira, han tenido que cambiar los procedimientos y
    tenemos a los profesionales de ciertas religiones estudiando marketing por un tubo. Aunque no quiere eso decir que se hayan acabado los dogmas.
    El capitalismo también está basado en ciertos dogmas, (incluso tiene sus “biblias”),
    como que el equilibrio del libre mercado hace la prosperidad general, o como que la
    privatización de todos los bienes y servicios es lo mejor de lo mejor, que el despido libre y el
    retorno al siglo XIX en cuestión de derechos sociales es lo que acabará definitivamente con el
    paro y nos dará la abundancia y el bienestar y que la centralización y el férreo control (incluido
    el de Internet y si no, al tiempo), es lo que evita que las pobres gentes engañadas se “desvíen”
    y los amenacen… y muchos otros de los que nos quiere convencer al tiempo que nos esquilma.
    Sus grandes sacerdotes cuentan ahora con los medios de masas que controlan, que
    son los nuevos púlpitos desde donde nos convencen de que no debemos preocuparnos de este mundo, ya lo hacen ellos por nosotros y nos darán el “soma” sedante o, si es preciso, como decían con Franco: “en España hay que dar el pan con la punta de la espada”.
    Por supuesto no faltan los grandes templos: la Bolsa y los grandes edificios bancarios. Y se le ofrecen sacrificios a diario en todo el mundo, humanos y ecológicos. Y, por último, lo más perverso de todo este sistema es que, al considerarlo inevitable y estrictamente “atávico”, ha llevado a muchos al fatalismo, a la resignación y a mirar las cosas como la zorra las uvas, sólo que con cierta dosis de socarronería so capa de la sensatez; al convencimiento de que no nos sirve de nada pensar en intentar quitárnoslo de encima porque vendrán otros que también querrán hacer lo mismo.
    Si los que fueron a la Bastilla el quatorze de juillet hubieran pensado así, hoy Francia no
    sería lo que es, aunque muy probablemente tampoco coincide con lo que lo que en ese momento pensaban los sans-quilots.
    Mirando hacia atrás (sin ira) en la Historia, hay que ser a pesar de todo optimistas. Vemos
    como la arrogancia de imperios y religiones ha ido sucumbiendo desde hace miles de años, perola vida sigue grandiosa, arrolladora, desbordante y, afortunadamente, no aguanta moldes
    indefinidamente. Somos proteicos también nosotros.

    • Con mi artículo, no sé si se me ha entendido, digo que para justificar ese atavismo de la maldad, del ejercicio del poder individual por parte de los esencialmente impotentes, de la envidia, la religión ha venido de perlas. Al decir que antes fue el atavismo y luego la religión, no me refiero ni cronológicamente ni tampoco como causa y efecto (eso es precisamente lo que discuto), sino como excusa perfecta. En Cuba se funciona, o al menos se funcionaba, con denuncias particulares. No las origina el marxismo, sino que el comunismo de los Castro (y adláteres, por supuesto), es la excusa perfecta para el ejercicio de ese poder pequeño de los impotentes. Lo mismo ocurría en la Alemania hitleriana, en la URSS y países circundantes, en España con Franco o en Italia con Mussolini. Todas las dictaduras, y la religión no es sino una de ellas mientras no sea personal e intransferible, aprovechan esa circunstancia y para ejercerla cualquier excusa es buena. La necesidad de la religión no es tal. No hay necesidad, de la misma manera que no se necesita para nada la posibilidad de viajar, por ejemplo. Sólo se deses ardientemente cuando se prohibe. ¿Qué ha pasado en Rusia al caer el sistema?, todos santiguándose, hasta Putin. Unamuno lo explica bien, creo yo, en Del sentimiento trágico de la vida. En cualquier caso, me sirve el símil de la posibilidad de viajar. Viajar no es bueno ni malo, prohibido ni obligatorio. No viajar, lo mismo. Que cada uno haga su conveniencia, eso es todo. No tenemos ningún derecho, a no ser que seamos unos dictadores idénticos a los que criticamos, a impedir que nadie tenga su propia idiosincrasia, incluida la de creer en una vida en el más allá o en el horror de la lujuria, siempre y cuando no trate de imponérmela a mí, y si trata de hacerlo, yo sabré o la sociedad debería saber cómo atajar el intento.
      Respecto al capitalismo, siempre me ha llamado la atención (o al menos desde el 89) que nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena, de que le encontramos todos los males cuando va mal (para nosotros, claro, para ellos nunca irá mal, siempre salen ganando). Hace falta una alternativa real y creíble como lo fue el marxismo. Yo no digo que no la haya, ni mucho menos, digo que la deseo, digo que debería ser conocida por muchos, como lo fue el marxismo, digo que debería ser convincente, no un sueño, porque eso sí, sueña, pero que no me cueste a mí los dineros (o los disgustos).

      • Nicolás V. Sánchez López dijo:

        Te va acostar los dineros de todas formas.
        Sigo pensando que hay algo en los seres humanos que a muchos les impele al sentimiento religioso, les «soluciona», les seda y les libera de la sensación indefinida de culpa; el origen puede estar en nuestra cultura, pero no sólo y, por otra parte, me parece fenomenal que cada uno crea en lo que tenga por conveniente porque lo que deseo para mí, lo deseo para los demás. Independientemente, la comparación de la estructura religiosa con la del capitalismo no es de este año,

      • En efecto, y es la misma, o parecida, configuración, que nos hace desear la expresión artística. En el libro de Wagensberg sobre las formas, nos dice que las hachas de sílex elaboradas por los primitivos no sólo eran útiles sino encima, simétricas, hermosas. En el museo de Poitiers, donde algunas de ellas, he podido constatar la verdad de esas palabras. Y de la misma manera que nunca se podrá evitar ese sentimiento artístico (que entronca con la más libre del ser humano, y que precisamente por esa libertad han intentado elimianrlo muchos dictadores de toda laya), tampoco se podrá evitar el sentimiento religioso: no sólo consuela de la culpa, sino también consuela de algo que cuenta por menudo Unamuno: de la tristeza porque se acaba la vida, de ese absurdo, de la tragedia de querer, de ansiar sobrevivir. Los griegos lo solucionaban con la fama, ya fuese guerrera, la que más, o intelectual, la que menos. Con respecto a esa «fama» guerrera que pervive en la memoria de otros, la religión que confía en la vida eterna es una mejora. No digo que sea buena, que no se me malinterprete (tampoco es buena la guillotina, pero más indolora que el garrote o la horca, sí es), sino que es mejor que lo anterior.

  6. Nicolás V. Sánchez López dijo:

    Lo malo es cuando se unen las dos. Como botón de muestra esta carta sobre García Lorca, que parece auténtica, y que te remito por yahoo.

  7. DIOS dijo:

    Todo el cuestión de tiempo:
    Al igual que hoy alucinamos cuando estudiamos los ciclos homéricos y nos descuadramos ante un dios que devora a sus hijos; esos marcianitos que llegarán a la tierra cuando sólo queden unas ruinas, se echaran unas risas cuando lleguen a traducir los libros sagrados. Y de hecho, ya me parto el pecho leyendo el apocalipsis y las cartas de saulo.
    ¿No te crees lo de los marcianitos? Yo tampoco me creo lo de Adán y Eva, mira tú por donde.

    • En la Cábala, ya sabéis, el misticismo hebreo, se dice que la palabra pardés, פרדס, paraíso, tiene 4 letras en hebreo: pe, resh, dalet y sámej. Estas letras son iniciales de cuatro palabras que indican los diferentes estilos de interpretar el texto bíblico: פשט, pshat, sencillo o literal, רמז, remetz, alusivo o alegórico, דרש, drash, analítico o interpretativo, סוד, sod, secreto o místico. Es evidente que indican cuatro niveles de lectura, desde el más simple, y por tanto el menos enriquecedor religiosamente, el literal, hasta llegar al verdadero, el sentido místico. “Quienquiera llegue a comprender estos cuatro niveles de interpretación necesarios puede retornar al Paraíso, acceder a ese lugar supremo”, dice Mario Satz en su Umbría lumbre. Los mismos místicos judíos reconocieron que la Biblia no tiene nada de literal. Quienes se toman en serio y literalmente esas cosas son determinados religiosos. Nunca los místicos. Lo de Adán y Eva sólo se lo creen cuatro cenutrios que ya no tienen poder (aunque nos parezca que sí porque siguen dándonos miedo, y con esa ventaja juegan ellos, que siguen dándonos miedo). Otra cosa es el Islam donde hoy, al menos, el misticismo tiene muy poco poder y el entendimiento literal del Corán y los hadices, es decir las tradiciones, continúa siendo muy fuerte. Con todo, la inmediata lección de todo esto es que si seguimos tomándonos literalmente los textos sagrados, la hemos cagado porque no hemos entendido nada.

      • DIOS dijo:

        Querido Arnas: ¿qué yerba tas fumao?
        Estás muy místico y todo eso, pero los mitos son los mitos. El misticismo es muy interesante, muy curioso, incluso muy respetable, pero parte del mito al igual que todas las demas lecturas. Y el mito es pura metáfora elevada a creencia. Engañarse es cuestión de fe. De hecho esos cuatro creacionistas a los que aludes en tu enésima defensa, son más de cuatro, y más de cuatro millones, y más de cuarenta millones (y tienen muchos más de cuatro mil millones de dólares para donar a las campañas electorales de tea party) y no tienen nada de inofensivos.
        Por si acaso te propongo un ejercicio místico contemporáneo y algo freak:
        Tienes que repetir estas palabras con voz de Constantino Romero y luego tomarte un par de cañas fresquitas: NO MENOSPRECIES EL LADO DEL CULO DE LA FUERZA.
        PD. Que la fuerza te acompañe.
        PD 2. Lo de las cañas habría que tomárselo más en serio.
        PD 3 Lee mi correo.
        PD 4. ¿Te importa que te tutee? ¡Eres un cabezón!
        PD 5 Ya lo sé: yo lo soy más.

      • Dilecto Gart: si leyéramos El Quijote en el sentido absolutamente literal, sería de lo más aburrido. La escena de la playa en el Ulises, en la que Leopold Bloom se masturba al verle las bragas a una muchacha coja, es una grosería terrible si la entendiéramos así, tal cual. Cualquier libro tiene cuatro lecturas, esas cuatro, y la más pobre es la literal. ¡Y aburrida!

      • P- D. : Si esos que dan dinero para el Tea Party son tantos (cuatro millones), tal vez tengan razón por el aquel de las mayorías. ¡Quiá!

  8. Nicolás V. Sánchez López dijo:

    Laplace dijo, más o menos, que no había tenido necesidad de esa hipótesis y creo que acertó.
    Pero no es sólo que tenemos deseo de perdurar y vemos que la vida se acaba, sino que tenemos miedo a lo desconocido y queremos conjurarlo. Ese intento lo asocio con el osito/a del niño/a cuando duerme solo/a. En definitiva: el miedo ha inventado todo eso y sólo hace falta el valor necesario para dar un paso al frente y salir del rebaño. Es posible que lo simplifique en exceso, pero las cosas en caricatura se ven más reales.

    • Completamente de acuerdo contigo, Nicolás. Tanto en lo del miedo como en la metáfora del osito, pero quítale el osito al niño y verás el trauma que le produces. Aunque lo hagas por su bien, lo mismo que los inquisidores quemaban a los relapsos por su bien. Eso del valor se le supone a cada uno, pero cada uno tiene el suyo y nadie tiene derecho a inmiscuirse en el valor de los demás.

      • Nicolás V. dijo:

        Efectivamente Miguel, siempre que ese valor se circunscriba al ámbito de lo estrictamente personal o sea, si se quedan simplemente con su osito, que estaría muy bien, pero no si se usa contra los demás. Me importa un bledo que el que quiera crea en lo que sea, pero sí me importa que esa creencia nos perjudique a los demás. Mira Miguel: lo malo no es la creencia en sí, lo malo es el convencimiento de que tienen, católicos, musulmanes o lo que sean, del deber moral de imponérmelo. Con sus privilegios económicos, que nos perjudican a todos y que no voy a enumerar por obvios, con su prohibición del derecho al aborto y obligando al nacimiento de hijos deformes «como dios manda», que serán desgraciados y sus familias también por imperativo opusino, etc.etc. En fin, creo que ya he dicho lo que tenía que decir sobre la cuestión,

  9. Esther dijo:

    Es verdad, la caricatura es graciosa y útil, yo ya me veo dando un paso al frente y encontrándome con el rebaño. Dónde tengo que cuadrarme?

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